RAJA y HATHA YOGA
RAJA YOGA
MEDITACION
Hay horas en que se olvida uno del mundo. Hay horas en que se aproxima uno a esa región de Bienaventuranza, en la cual el Alma se halla contenida dentro del YO y en presencia del Altísimo. Acállanse entonces el clamor del deseo; tranquilízanse los sentidos. Sólo Dios ES.
No existe santuario más sagrado que una mente purificada, una mente concentrada en Dios. No existe lugar más santo que aquella región de paz, en la cual penetra la mente cuando queda fija en el Señor. Ni hay incienso, de perfume más suave y puro, que el pensamiento ascendiendo hacia Dios.
¡Pureza, dicha, bienaventuranza, paz! De todo esto se compone la atmósfera del estado de meditación.
¡Interiorízate en tu YO, oh Alma! Busca de verdad la hora silenciosa. Comprende que tu YO es de la misma sustancia que la verdad, la sustancia de la Divinidad. ¡En verdad, mora Dios dentro de tu corazón!
La conciencia espiritual alborea en esas lloras silenciosas, sagradas. El alma se aproxima a su manantial. En esas horas, el arroyuelo (le la personalidad se expande, convirtiéndose en imponente y caudaloso río, que corre hacia esa individualidad verdadera y permanente, que es la Conciencia Oceánica de Dios. Y ella es una y única.
En las horas de meditación, el alma extrae de las Alturas, las cualidades que realmente pertenecen a su naturaleza: ausencia de todo miedo, sentido de la realidad, sentido de la inmortalidad.
La meditación es una experiencia que no puede ser descrita, del mismo modo que no se pueden describir los colores a un ciego.
Toda experiencia ordinaria está limitada por el tiempo, el espacio y las leyes de causa-efecto.
Nuestra conciencia y nuestro entendimiento normales no trascienden estos límites.
La experiencia finita, medida en términos de pasado, presente y futuro, no puede ser trascendental. Estos conceptos del tiempo son ilusorios puesto que no tienen permanencia. El presente, inconmensurablemente efímero y fugaz, no podemos asirlo. El pasado y el futuro no existen en el presente. Vivimos, por tanto, en una ilusión.
El estado meditativo trasciende todas estas limitaciones. En él no hay ni pasado ni futuro, sino solamente la conciencia de YO SOY en el eterno AHORA.
Esto sólo se hace posible cuando todas las modificaciones mentales se han apaciguado
y la mente se ha diluido